La infraestructura de carga desempeña un papel crucial en la expansión de la movilidad eléctrica. Tanto los vehículos eléctricos de batería (BEV) como los vehículos híbridos dependen de la energía eléctrica como principal fuente de energía. Para garantizar que los conductores puedan utilizar estos vehículos sin problemas, es de vital importancia desarrollar y expandir una infraestructura de carga diversa.
Los vehículos de propulsión eléctrica funcionan con baterías que requieren recarga regular. Por lo tanto, los vehículos eléctricos dependen de estaciones de carga para recargar sus baterías y extender su autonomía. Los vehículos eléctricos pueden cargarse en diferentes ubicaciones, incluidos puntos de carga privados en el hogar, estaciones de carga públicas en áreas urbanas y estaciones de carga rápida a lo largo de las autopistas.
Durante la carga de un vehículo eléctrico, se transfiere energía eléctrica desde una fuente de energía, como la red eléctrica, directamente a la batería del vehículo. Esta transferencia se realiza a través de un conector que conecta el vehículo con la estación de carga. La duración del proceso de carga varía según varios factores, como la capacidad de la batería, el estado de carga actual y la velocidad de carga utilizada.
Los cables de carga para vehículos eléctricos transfieren la electricidad desde la estación de carga o la toma de corriente hasta la batería del vehículo. Hay distintos tipos de cables de carga con distintas conexiones de enchufe.
La recarga de vehículos eléctricos es un aspecto clave de la electromovilidad: los coches eléctricos dependen de estaciones de carga para recargar sus baterías y ampliar su autonomía.
Las estaciones de carga para coches eléctricos son una parte importante de la movilidad moderna. Permiten a los propietarios de vehículos eléctricos cargar sus vehículos. Para ello, el vehículo eléctrico debe conectarse a una estación de carga o wallbox que esté conectada a una fuente de alimentación.