Los protectores de eje son fuelles de plástico o goma que cubren las articulaciones de un eje de transmisión.
El árbol de transmisión transmite el par motor desde la caja de cambios o el diferencial a las ruedas. Dado que las ruedas se comprimen y rebotan durante la conducción, el eje de transmisión no se instala de forma rígida. Los ejes de transmisión tienen juntas que compensan los ángulos resultantes para que el eje no se rompa. Estas articulaciones están protegidas por los fuelles del eje, que también se conocen simplemente como fuelles. Impiden la entrada de suciedad y humedad y están diseñados para garantizar la lubricación de las articulaciones.
Los fuelles son piezas de desgaste. Sobre todo si son de goma, pueden volverse frágiles tarde o temprano y romperse. También suelen desgarrarse debido a los esfuerzos y tensiones de la conducción. Si los protectores de eje se rompen o se dañan, deben sustituirse. De lo contrario, se corre el riesgo de dañar las articulaciones del eje e incluso el árbol de transmisión. Hoy en día, se utilizan plásticos o elastómeros termoplásticos (TPE) para los cubreejes. Este material es más estable, más elástico y menos sensible a la temperatura.
Los protectores de eje deben sustituirse en un taller especializado con las herramientas especiales necesarias.
Revisando periódicamente los protectores de los ejes, los conductores pueden reconocer el desgaste en una fase temprana y evitar así un defecto en las articulaciones de los ejes y en el árbol de transmisión.
Si los casquillos del eje están defectuosos o desgastados, la grasa puede salirse y caer sobre el disco de freno, lo que puede provocar una reducción significativa del rendimiento de frenado. Un eje de transmisión roto o bloqueado también puede suponer un riesgo para la seguridad.